Lo que te dije, lo que pensaba...y lo que te quería.

"…podía decir algo, cualquier cosa para ir hacia ella, podía decirle: Dime lo que quieres que haga, estoy dispuesto…, y habría sido de nuevo la felicidad para él, la felicidad juntos, sin sombras. Pero dijo: -No puede haber amor si uno no es uno mismo con todas sus fuerzas.
Viola tuvo un gesto de contrariedad (…).Y sin embargo aún habría podido comprenderle, (...) más aún, tenía en la punta de la lengua las palabras para decirle: “Tú eres como yo te quiero…” y subir de inmediato con él…Se mordió un labio. Dijo: - Pues entonces sé tú mismo solo.
“Pero entonces ser yo mismo no tiene sentido”, eso es lo que quería decir Cosimo. Y en cambio dijo: -Si prefieres a esos dos gusanos…
- ¡No te permito despreciar a mis amigos! –gritó ella, y no obstante pensaba: “A mí me importas sólo tú, y sólo por ti hago todo lo que hago”.
- Sólo yo puedo ser despreciado…
- ¡Tu modo de pensar!
- Soy una sola cosa con él.
- Entonces adiós. Me voy esta misma noche. No me volverás a ver.

Corrió a la villa, hizo el equipaje, (…). Mantuvo su palabra."

En esta entrada tardía me niego a hablar del verano (aunque ha tenido bonitas sorpresas), del fin del mismo, y absolutamente me niego a escribir sobre la vuelta al trabajo (Aunque visto como está el panorama volver a trabajar en septiembre es una suerte, en todo caso).

Reflexionemos pues sobre el texto arriba expuesto. Un fragmento de "El barón rampante" de Italo Calvino, libro que recomiendo como lectura suave que deja huella. La historia: un jovencito barón que como forma de rebeldía a la autoridad, se encarama a los árboles y nunca más decide bajar. Una premisa, puede que, a priori, algo absurda (a mi me lo pareció) desarrolla una serie de experiencias vitales del protagonista que me hicieron reflexionar sobre diferentes aspectos de la vida en general, y de la mía en particular.

Este fragmento refleja una ruptura de una forma que nunca había leído o visto en ninguna otra parte, excepto en mi interior. Y fue al leerlo, cuando me dije: Esto, era esto lo que sentí aquella vez, pero fue otra cosa lo que acabé diciendo. Y es que de eso se trata, queridos amigos, de la lucha interior del "Ser uno mismo solo" contra el "Formar parte de algo más con alguien".

¿Es instintivo el querer estar con alguien o es una actitud adquirida? Nacemos solos, nos vamos solos...¿entonces? Pues que esa necesidad, apetencia, elección es lo que nos queda entre medias. Hay veces es la que por desgaste emocional, soltería elegida por diversión o por puro cinismo afectivo provocado por sucesivos fracasos (¿Cuando aprenderemos que la vida es eso? Soñar y caer...pero también levantarnos para volver a soñar) he creído firmemente que no podría sentir algo especial (de nuevo) por alguien. Y llega el día que sonríes con más intensidad y te ríes con más fuerza. Sin darte casi cuenta, un nuevo alguien te ha imbuído de una nueva felicidad.

Y ahí surge de nuevo la duda. ¿Amar solamente siendo uno mismo con todas tus fuerzas? ó ¿Aceptar el sacrificio de saberse parte de alguien?. Y no nos damos cuenta de que realmente el dilema no es tal. Porque sí es verdad que hay un sacrificio, pero se trata de un sacrificio mutuo, y si realmente nos paráramos a escuchar a quien nos aporta esa nueva sonrisa sencillamente oiríamos: "Tú eres como yo te quiero..."

Vale, de acuerdo. Que luego esa sonrisa pueda durar años, meses o días. ¿Y...? Soñamos y caemos. Pero no corramos hacia la villa, hagamos el equipaje y mantengamos una palabra absurda. No aceptemos caer sin haber soñado primero.

Sí, Baron es con B... (pero es tan boniiiito el video). Os lo dedico pasados, presentes y futuros enamorados.

Mintiendo y riendo



Según la denostada y aclamada por igual Wikipedia, una mentira es "una declaración realizada por alguien (...) esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma parcial o total" "Mentir implica un engaño intencionado, consciente..." " A las personas que dicen una mentira, especialmente a aquellas que las dicen frecuentemente, se les califica de mentirosos/mentirosas."

En mi vida en esta tierra me he encontrado con muchos mentirosos, muchas mentiras y muchos mentirosos que decían mentiras. Es algo que, a veces, he intentado comprender: El por qué mentir. Aunque sí es verdad que todos hemos dicho alguna mentira, más o menos piadosa, en el día a día: "Pero qué bueno te ha salido el asado", "Hombre, desde luego que se te notan las dos semanas de gimnasio" o "Claro que me gusta el traje que has elegido para la boda de tu prima"...cuando realmente piensas en cada caso: "¿Dónde estará el teléfono de la pizzeria?" "Sí, se te nota, tienes las muñecas más fuertes de pasar la tarjeta del gimnasio" o "Como se ponga encima un adorno floral más para la boda va a parecer un grafiti de La primavera de Botticelli".

Lo que no puedo, más bien me niego a ello, es entender a la gente que crea todo un entramado de mentiras, que engaña sin ningún pudor a otra persona para... ¿para qué? Mostrando una cara y unos valores que no son suyos, (que no se engañen, no podrían enfrentarse a un espejo de si mismos) y haciendo daño sin pensar en quién se llevan por delante con su mentira.
Para bien o para mal creo que hace tiempo que me curé de estos artistas de la mentira, pero me duele cuando veo que hacen daño a gente que quiero. Allá ellos, allá esos mentirosos/as que mienten, que hablan mintiendo, que abrazan mintiendo, que escuchan mintiendo, que ríen mintiendo, sí, sobre todo eso, ¿no os habíais dado cuenta? se les conoce porque sonríen mientras mienten...