Volver...y por el humo se sabe donde está el fuego

.....Hago "Chas" y reaparezco en el blog...
Pues sí, por aquí estoy de nuevo, para todos aquellos que me leen, para los que no y, en parte, para mi (como medio autorreflexivo). Tras un mes y pico repleto de trabajo, de amor "fou", de más trabajo, de astenia otoñal y demás historias para no dormir, me encuentro con ganas de mantener una continuidad en este mi (vuestro) blog. ¿¿Lo conseguiré amigos?? La respuesta en proximas entradas... (o en la carencia de ellas).

Pues bien, comencemos:
Me encontraba yo, a ciertas horas intempestivas de la noche, sentado frente al ordenador "messenyeando" (como diría cierto amigo, creador de las más novedosas formas de expresión). Cuando de repente empecé a oler a quemado, las orejas se me pusieron de punta, cual pastor alemán alarmado, y empecé a rastrear el origen del citado olor. La primera opción: el calefactor, la más probable (ya que es un "cacharro" que no llega ni a la categoría de "artefacto calorífico"). Demostró no ser el culpable. Aún así lo apagué, ya sabéis, "por si..."
Mi segunda y última opción era la torre del ordenador y su entramado de cables. Así que, al susurro de "Porfavorquenoseaelordenador, porfavorquenoseaelorden..." me puse a investigar y aqunque mi psicosis al principio parecía confirmar que de ahí venía el olor, después me convencí que no estaba relacionado con lo que se estaba asando, allá donde fuera.
Decidí apagar todo y acostarme, y fue al echarme en la cama cuando el olor a quemado fue en aumento y decidí abrir la ventana para no morir de asfixia esa noche (lo de que tal vez alguna parte de la casa se estuviera quemando y terminara abrasado no lo consideré, curiosamente).
Y al abrir la ventana, un humo gris oscuro entró en mis pulmones, y es que no era ni mi calefactor-trasto ni mi ordenador con mega cableado, no. Lo que se quemaba era la calle. Así que más tranquilo, me acosté y me dispuse a dormir plácidamente.

P.d. Se admiten como regalos de cumple, santo y demás, cursillos de "Prevención de incendios", "Primeros auxilios" y de "Si ves que la calle arde, no te acuestes gilipollas"
Durante el incendio de Roma, mi amigo Nerón cantaba y yo me acurrucaba a sus pies.